El teatro del siglo XVI tenía como objetivo: buscar el deleite y el regocijo, frente a la funcionalidad docente y culta del medieval. Esta dimensión del teatro más lúdica y popular provocó el nacimiento de nuevos géneros como los entremeses.
El "aperitivo" de las obras eran los entremeses. Si en la actualidad, en los descansos de los partidos de baloncesto salen las chicas a bailar y entretener al público para amenizar el descanso, en aquella época lo eran estas pequeñas obras maestras cómicas que hacían más llevadero la espera entre acto y acto de las obras de teatro.
Cervantes es reconocido como el mejor entremesista.
Los mejores son, entre otros, La cueva de Salamanca, El retablo de las
maravillas, El viejo celoso, El vizcaíno fingido, La guarda cuidadosa, El juez
de los divorcios, La elección de los alcaldes de Daganzo y El rufián viudo.
Para saber más del teatro de la época, Cervantes y sus entremeses:
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